Antes yo no tenía nada de amor propio, eso fue algo que elegí cambiar cuando me di cuenta que me conformaba con cualquier persona que llegara a mi vida y me tratara bien. Yo sabía que quería algo más, no nada más que me trataran bien. Al reconocer que buscaba algo más, escribí las características que quería que tuviera esa relación y así manifesté a mi novio ideal.

Un tiempo después llegó a mi vida ese novio ideal que había imaginado, con todas las características que había pedido, pero no trascendió a lo que mi alma en verdad anhelaba, un compañero de vida. Cuando me di cuenta que por más buenas que fueran sus características, que yo no me imaginaba eso a futuro en mi vida y buscaba un amor más trascendental, decidí volver a aplicar mis herramientas. Con la diferencia que ahora no buscaba manifestar a un novio ideal, sino al amor de mi alma.

Partiendo de este concepto, volví a escribir todo (absolutamente TODO) lo que yo quería en ese hombre, mi compañero de vida. Recuerdo perfecto que lo escribí un octubre, y el siguiente enero conocí al que ahora es mi esposo. Mi relación con él ha superado todas las expectativas y anhelos que yo tenía de una relación; nunca me hubiera imaginado todas las cosas tan grandiosas que hemos creado juntos y los dos hijos preciosos que tenemos. Me llena de gratitud poder decir que manifesté al amor de mi alma.